Guido ALLINEY, Giovanni Duns Scoto. Introduzione al pensiero filosófico

María Cabré Duran

FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

Guido ALLINEY, Giovanni Duns Scoto. Introduzione al pensiero filosófico, Bari, Edizioni di Pagina (Biblioteca Filosofica di Quaestio.), 2012, 222 pp.

Con la voluntad de presentar las posiciones fundamentales de uno de los más egregios exponentes del pensamiento medieval tardío, Guido Alliney (Universidad de Macerata) ha publicado un libro introductorio a la filosofía de Juan Duns Escoto (Ioannes Duns Scotus, ca. 1266-1308). Se trata de un texto divulgativo, escrito enteramente en italiano, de una de las doctrinas filosóficas más complejas de la Edad Media, la escotista. Juan Duns Escoto, junto con Guillermo de Ockham, es uno de los principales nombres propios de la antesala del pensamiento moderno. El objetivo del libro es mostrar la relevancia de la doctrina escotista en la evolución del pensamiento filosófico occidental o, en otras palabras, “sottolinearne l’importanza [de Duns Escoto], ormai indiscutibile, per tutto il pensiero dell’Occidente latin” (4). En las últimas décadas, la investigación acerca la filosofía escotista ha vivido un impulso sustancial el cual, sin embargo, tal y como advierte el profesor Alliney, carece de una obra introductoria que ofrezca una visión general del pensamiento escotista en toda su amplitud doctrinal. La obra que se presenta atiende y cubre esta necesidad editorial, que constituía un obstáculo para el estudio universitario del filósofo franciscano, ofreciendo una visión actualizada de las posiciones de Escoto desde una perspectiva interna a su propio pensamiento. Ahora bien, el autor intenta no detenerse en detallar y discutir las complejidades doctrinales de la filosofía escotista que “farebbero inevitabilmente lievitare le dimensioni dell’opera e l’impegno del suo fruitore” (5), sin que eso desvirtúe su argumentación. Aun así, a pesar de omitir tensiones y dificultades teoréticas, a favor de la economía y la accesibilidad al texto, Alliney enumera alguno de los debates escotistas más significativos, y todavía abiertos. La fijación del sentido preciso de la doctrina de la univocidad del ser, la teoría de la voluntad, el concepto del possibile logicum y de la conciencia intuitiva son algunas de las tesis sujetas a discusión.

La doctrina de Duns Escoto supuso una renovación y una introducción de elementos conceptuales nuevos en la historia de la filosofía, los cuales influyeron hondamente en los pensadores de los siglos posteriores. De hecho, Duns Escoto, nacido en la ciudad escocesa de Duns en la segunda mitad del siglo XIII, anticipó muchos de los debates propios de la filosofía moderna, constituyendo así un punto de inflexión en el pensamiento medieval. Sus aportaciones, fundamentalmente en el campo de la especulación metafísica, influyeron a los pensadores coetáneos y posteriores a la hora de concebir la metafísica como una scientia transcendental. Ahora bien, cabe advertir que la exposición Guido Alliney, profesor de historia de la filosofía medieval, omite la contextualización del pensamiento escotista, y afirma: “la nostra esposizione del pensiero di Scoto generalmente non ripercorre la genesi storica delle sue posizioni e privilegia il contenuto filosófico alla contestualizzazione” (98), aunque esto “non comporta una sottovalutazione dell’importanza dell’ambiente culturale in cui un’idea filosofica si forma” (5). Facilitar la comunicación de las posiciones escotistas, ya de por sí no simples, es el motivo de esta omisión, la cual, además “avrebbe richiesto ampie incursioni nel complesso territorio della filosofía scolastica, con li rischio non remoto di perdere così la giusta direzione” (5). La excepción a esta decisión son las múltiples referencias a la polémica doctrinal entre Duns Escoto y Enrique de Gante (Henricus de Gandavo, 12171293), eterno rival del escocés a causa, fundamentalmente, de la determinación de la estructura ontológica de la esencia. El interrogante respeto la relación entre la esencia y la existencia se abrió a partir de la asimilación de los comentarios aristotélicos de Avicena en la latinidad occidental en los siglos XIII y XIV. Para Escoto, 2è assolutamente falso che l’esistenza sia altro dall’essenza” (Ord., IV, d. 13, q. 1, n. 142, Vaticana, XII). Por otro lado, la rivalidad entre Escoto y el maestro de Gante fue, en muchos otros casos, una mutua influencia de ideas. Por otro lado, y a pesar de una voluntaria ausencia de contextualización doctrinal, Alliney también da a conocer el actual debate acerca la relación de Duns Escoto con Avicena y el avicenianismo, el cual se ha conceptualizado como una relación de continuidad (Étienne Gilson) o como una ruptura (Pasquale Porro).

Antes de fijar la estructura de la obra presentada, cabe añadir, tal y como también hace el profesor, la complejidad terminológica y conceptual de Duns Escoto. Habitualmente, la “intrincata terminologia della metafísica scotiana” (121) asigna los términos a acepciones de significado diversas, hecho que puede inducir a la confusión teórica. Es más, el escocés renovó el significado de la mayoría de los conceptos recibidos por la tradición filosófica precedente, como por ejemplo los de verdad natural y verdad sobrenatural, y los redefinió según sus propios propósitos teóricos. En esta aportación destacan les definiciones ofrecidas a los conceptos de praxis, contingencia y necesidad,y ciencia. Guido Alliney, en su texto, también da cuenta de las múltiples subdivisiones conceptuales propuestas por el escotismo –como la clasificación de las ciencias metafísica y teológicas– que muestran la sutileza del escocés, también llamado el Doctor Subtilis. Con todo, para estudiar las posiciones de Duns Escoto, a pesar de que siguió de cerca el lenguaje común, se precisa una atención especial al uso de los conceptos y términos que, por otro lado, no siempre es homogéneo. De hecho, Guido Alliney, en ocasión de la exposición del conocimiento intuitivo escotista, advierte de la heterogeneidad de las doctrinas de Escoto, las cuales padecen diversas fases de evolución a lo largo de su obra escrita, formando así una “situazione dottrinalmente fluttuante” (157).

El sumario de la obra comprende una Introduzione; La vita y Le opere de Duns Escoto; Edizioni di riferimento; los bloques argumentativos titulados Metafisica e teologia, Dio y L’uomo; Bibliografia, con las obras de Duns Escoto en ediciones críticas y no críticas, las traducciones al italiano y la literatura secundaria (monografías, volúmenes misceláneos, actos de congresos y bibliografía sobre escotismo); y un Indice dei passi di Scoto citati, fundamentalmente de la Ordinatio. En la breve introducción, el autor justifica la necesidad del texto y la cabal importancia del escotismo y de Duns Escoto para el pensamiento filosófico occidental, descubierta gracias a los avances de los estudios en la materia. En el cuerpo del volumen que presentamos, Alliney sintetiza las consecuencias filosóficas de las tesis escotistas y muestra cómo Duns Escoto anticipó muchas cuestiones propias de la filosofía moderna, erigiéndose como un punto de inflexión en la historia de la filosofía de Occidente. En este contexto, la obra de Duns Escoto también ilustra la recepción de la doctrina aristotélica por parte de la teología y la filosofía cristianas.

La obra se estructura en tres grandes bloques temáticos. En el primero de ellos, Metafisica e teologia (pp. 16-55), se delimita la conceptualización de la metafísica y de la teología por parte de Duns Escoto. En la descripción del estatuto y objeto de la metafísica, se confrontan las concepciones aviceniana y averroísta, y se describe el estado de la cuestión en el siglo XIII con la finalidad de comprender y analizar la posición de Duns Escoto al respecto. A partir de la definición aviceniana del sujeto de la metafísica como ente en cuanto ente, que permite ofrecer un estatuto científico a la metafísica a la luz del legado aristotélico, Duns Escoto construyó su pensamiento, tratando de interpretar y aplicar tal definición a Dios y a la criatura. La solución de tal articulación determinará la naturaleza de la ontología, su relación con la teología y la posibilidad de ambas. La definición del sujeto de la metafísica, ciertamente problemática, formará parte del aparato conceptual de la filosofía occidental del siglo XIII. Por otro lado, Escoto refuta la tradicional teoría de la analogía del ente y propone la univocidad del concepto de ente, la cual permite predicarlo de Dios y de las criaturas, pues es indiferente y común a ambos. En otras palabras, el ente en cuanto ente, concepto unívoco y objeto primero y adecuado de nuestro intelecto, es aplicable tanto al ente finito como al ente infinito. Por lo tanto, la metafísica, ciencia general del ente, incluye virtualmente todas las propias determinaciones posibles, comprendido el ente primero o Dios. El concepto unívoco del ser, una innovación en la tradición ontológica aristotélica, es la garantía de posibilidad de la metafísica y de la teología. Sin la univocidad, la metafísica solo podría conocer los datos sensibles obtenidos por los sentidos; y, por otro lado, la teología sería imposible porque no hay experiencia sensible de Dios. La univocidad del ser permite al lenguaje conceptual hablar de Dios, esto es, permite la teología. En otras palabras, la univocidad permite una ontología que es, al mismo tiempo, ontología de lo creado y teología racional.

La conclusión de Duns Escoto es que metafísica y teología no se ordenan jerárquicamente ni comparten contenidos, pero guardan una mutua dependencia: la metafísica recibe el estímulo de la búsqueda del ente infinito de la teología, y ésta recibe su sujeto provisional de estudio –en ausencia de una visión directa de Dios– de la metafísica. Y es que, en el deficitario estado presente del hombre, el conocimiento humano es inaccesible a las verdades teológicas y a la singularidad del ente infinito, motivo por el cual el hombre requiere la orientación de la teología. En otras palabras, la teología, que tiene como objeto a Dios, ofrece el fin natural al hombre, inconsciente de él en su estado actual. Por otro lado, la teología necesita de la metafísica en cuanto demuestra y determina la existencia de un primer principio de los entes, el ser infinito e incausado; de esta forma, la metafísica da el contenido conceptual e imperfecto a la teología.

En este primer bloque argumentativo se clarifica una cuestión escotista fundamental: la apertura del espacio transcendental de la metafísica gracias a la univocidad del ser, espacio previo al análisis categorial del ser. La univocidad del concepto es el puente metafísico que permite construir un discurso sobre Dios a partir de los conceptos que el hombre ha descubierto en la experiencia. En este contexto teórico, Alliney expone la ampliación de la lista de los transcendentales que propuso Escoto, para quien la noción de transcendental escapa de todo análisis categorial. Los transcendentales son el puente metafísico entre el mundo creado y la abstracción del mundo divino, i.e. son el elemento que comparten los extremos de lo humano y lo divino. Escoto fue el primero en concebir i afirmar la metafísica como ciencia transcendental, i.e. como ontología general que trata de los transcendentales. Esta concepción determinó los estudios escotistas posteriores, en la medida que, en sus análisis del ser, no van más allá de un nivel precategorial. Esta abertura de la metafísica, ciencia transcendental que comprende a la vez la teología del infinito y la ontología del finito, es el motivo por el cual se describe al escotismo como un segundo inicio de la metafísica.

El segundo gran bloque (pp. 56-115) se titula Dio y, en sentido general, es un estudio de la esencia de Dios y de las pruebas de su existencia real. En él, entre otras cosas, se identifica la distinción modal como solución a la primera determinación y división del ente común en ente finito y ente infinito. Éstos dos entes no son distintos esencial o quiditativamente, sino diferentes cualitativamente: difieren de grado de intensidad de ser, en una distinción de forma. Con esta afirmación, Duns Escoto reelabora el concepto de infinitud aristotélico y abandona parte de la filosofía de la natura aristotélica. Finito y infinito no son atributos del ser, diferencias específicas o predicados del ser, sino que son sus modos intrínsecos, el ser siempre se da en un modo de los dos. Tal argumentación también requiere exponer el concepto de la distinción formal, que se da, por ejemplo, entre el intelecto y la voluntad. La no-identidad formal, instrumento escotista por antonomasia, permite construir un realismo moderado, dando una forma de existencia a todo aquello que puede entrar en composición con otros entes pero sin poner en peligro la unidad del ser.

Por otro lado, Escoto prueba la existencia real de Dios, entre otras vías, basándose en la causación eficiente y sin salir, por lo tanto, del ámbito de la metafísica: partiendo de la contingencia de los efectos del mundo sensible se infiere la causa eficiente primera, incausada, simple, única e infinita. En otras palabras, de la posibilidad de los efectos se infiere la necesidad de la existencia de la causa, lo que implica una modificación al argumento ontológico anselmiano, que pasa a ser a posteriori. En los últimos apartados de este bloque se expone la conceptualización filosófica de la Trinidad y de la Creación, así como el análisis del acto intelectual divino y su relación con la libre voluntad –que es la esencia de Dios según Duns Escoto.

El tercer y último bloque de la obra (pp. 116-202) es la exposición de la antropología y la gnoseología escotista, las cuales difieren considerablemente de las posiciones tradicionales. Escoto representa un intento de conciliación de la antropología aristotélica con aquella cristiana. El fin natural del hombre, al cual tiende por medios naturales, es el amor eterno de Dios a través de su contemplación. Ahora bien, Escoto afirma la necesidad de la revelación, verdad sobrenatural, para que el hombre sea consciente de su fin. Por otro lado, Duns Escoto abre el horizonte cognoscitivo humano –“fornice l’intellecto humano di un’apertura costitutiva all’essere in ogni sua forma” (154)–, y distingue el estado actual del hombre de su estado futuro. En el estado actual, el hombre solo puede conocer la quididad de las cosas sensibles, materiales y temporales, y le es negado el conocimiento de los inteligibles. Por lo tanto, el objeto del conocimiento del hombre actual está determinado por la incapacidad y limitación de su intelecto. En acuerdo con esta división de estados, Escoto también distingue dos tipos de conocímiento: la abstracción, proceso discursivo a partir de la mediación de los sentidos que se da en el estado actual; y la intuición, aprehensión inmediata del objeto que es solo posible en Dios, los ángeles o el hombre en un estado futuro. Gracias al conocimiento abstractivo, el intelecto humano conoce la naturaleza común que comparten los individuos de una misma especie; mientras que es gracias a la conciencia intuitiva que el hombre puede distinguir los seres de una misma especie entre sí, i.e. los objetos concretos en su singularidad. Cabe destacar que la exposición de Alliney se mueve del ente general, en el primer bloque del libro, a la exposición del individual concreto en el tercer apartado, bloque que también incluye la exposición del binomio cuerpo-ánima y la conceptualización escotista del ánima y sus potencias.

Ahora bien, el nudo principal del último bloque es la teoría de la voluntad, que tuvo una repercusión significativa dentro y fuera del escotismo, y que es descrita en contraposición a la conceptualización del intelecto. La exposición de Alliney traza cautelosamente la relación entre la voluntad, segunda facultad del alma, y los conceptos de necesidad-contingencia y libertad-natura. Con respeto al último concepto, Duns Escoto rompió con la tradición voluntarista precedente y el tomismo y planteó dos significados de natura, uno de los cuales no se contradice con la libertad, pues la naturaleza de la voluntad creada es libre, autónoma y actúa por contingencia. La concepción de la contingencia como una perfección es otra de las aportaciones de la doctrina escotista a la tradición filosófica medieval (“la contingenza è un modo positivo dell’ente”, Ord. I, d. 39, app. A, ed. Vaticana VI)». El tercer bloque finaliza con una exposición de las leyes de la natura en relación con la ética social y de los conceptos escotistas de propiedad privada, servidumbre y pacto.

A pesar de la complejidad de la empresa, Guido Alliney, especializado en el pensamiento del Doctor Subtilis y su recepción en las universidades de París y Oxford a inicios del siglo XIV, brinda una descripción meticulosa de las tesis filosóficas más distinguidas de Duns Escoto. Éstas se exponen en una fluida argumentación que no deja de subrayar sus interconexiones, así como sus puntos críticos y tradicionalmente objetados. Además, la exposición de Alliney se acompaña, en numerosísimas ocasiones, por las palabras –traducidas al italiano– de Duns Escoto. Así, las páginas de esta obra procuran al lector un cuadro conceptual simplificado, pero muy bien articulado y delimitado, en el cual ir adscribiendo los conocimientos que se vayan adquiriendo acerca la filosofía y la teología escotista. Más allá de la complejidad especulativa y la evolución diacrónica del escotismo, esta obra constituye una primera aproximación y una guía excelente a la riqueza de la doctrina escotista. En otras palabras, se trata de una perfecta introducción al sistema filosófico escotista, muy útil para los estudiantes decididos a conocer una de las corrientes escolásticas más relevantes de la historia de la filosofía occidental.

Maria Cabré Duran Universitat Autònoma de Barcelona

Virginia ASPE ARMELLA (Ed.), Tomás Moro y Vasco de Quiroga. Utopías en América, Pamplona, Eunsa (Colección de Pensamiento Medieval y Renacentista. Nueva Serie, 1), 2017, 24 x 17 cm, 244 pp., ISBN 978-84-313-3280-8

La temática de la Utopía en general siempre está presente. Algunos desean Revitalizar su fuerza con el fin de poner a disposición una narrativa posible que revitalice el fracaso conceptual de la realización de las utopías, que por definición no tienen lugar real, reflejándose bajo esquemas proyectivos. Se trata de derivaciones conceptuales que muchas veces nacen de la falta de precisión conceptual e histórica del propio término de “utopía”. Todo esto se pone en evidencia de forma particular en las miradas utópicas de América, como el espacio propicio para intentar realizar proyectos humanos y sociales que en la Europa moderna eran realmente utópicas y en América, como un nuevo continente, podía perder precisamente ese carácter utópico para convertirse en realidad, reflejándose así el impacto del concepto de utopía de Tomás Moro en América. Y este es el fin del libro aprovechando el aniversario de la publicación de la Utopía de Tomás Moro, quien puso concepto a formulaciones que ya existían anteriormente y que se desarrollaron también posteriormente como el caso de Vasco de Quiroga. La editora, la profesora Virginia Aspe Armella (Universidad Panamericana de México-UNAM), señala en una iluminadora Introducción (pp. 9-18) el carácter específico de la utopía americana como la posibilidad real de realización, pero también advierte la discusión que ello conlleva. Ante esa evidencia se articula el libro partiendo de una discusión sobre la posibilidad de la utopía, para realizar un recorrido histórico que va desde las raíces del